Depresión, melancolía, tristeza. Mary G., como fue bautizado un delfín hembra de un acuario de Riccione, sobre la costa adriática, está muy mal.
Los veterinarios del delfinario Oltremare están muy preocupados: vomita todo lo que come, bajó muchísimo de peso, más de 50 kilos en dos semanas, y temen por su vida.
El malestar de este mamífero comenzó hace dos semanas, después de que Tamara Monti, su instructora, fue asesinada brutalmente, episodio escalofriante que ocupó gran espacio en la prensa italiana.
Tamara, de 37 años, murió acuchillada por su vecino de departamento, enloquecido por el ladrido de sus dos perros que allí dejaba solos cuando iba a trabajar al acuario.
Desde entonces, el delfín llamado Mary G. rechaza la comida, por lo que muchos creen que el cetáceo ha caído en una profunda depresión que puede resultarle mortal.
Tamara, de hecho, era mucho más que una instructora para el mamífero, es digna de película.
Hace un año y medio, cuando este delfín de la rarísima especie Grampus griseus terminó encallado en el puerto de Ancona, en condiciones desesperadas, fue la mismísima Tamara quien le salvó la vida.
Cuando Mary G. -que había perdido a su madre en la travesía-, llegó al delfinario Oltremare, de Riccione (cerca de Rímini), Tamara, ayudada por su novio, también instructor de ese centro, la cuidó como si fuera una hija.
Acunó al maltrecho delfín como a un bebe, y lo alimentó durante meses con licuados de arenques, alimentos balanceados, sales minerales y vitaminas.
Se turnó con otros instructores durante días, bajo el sol, para que hubiera siempre alguien en el agua que ayudara al animal a sostener su peso y mantenerse a flote.
Le susurró palabras de afecto, le enseñó en una pileta a recuperar la confianza en sus capacidades de nado, hasta que el delfín moribundo revivió y se convirtió más tarde en la estrella del acuario.
Pese a que algunos veterinarios habían pensado entonces en liberar a Mary G. en mar abierto, algunos especialistas internacionales llegaron a la conclusión de que, después de tanto apego a los seres humanos, y especialmente a la rubia Tamara, le resultaría fatal.
nota tomada de El Imparcial.
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